Para Arturo Fernández Vial, el 2021 fue un año distinto en todo el significado de la palabra. El tardío reconocimiento de su corona de Campeón de la Segunda División 2020, hizo que su debut -y posterior agenda- fuera bastante abrumadora.
«De gente humilde y sangre obrera» dice la icónica frase del club ferroviario. Bien en alto la plasmaron durante estos meses de competencia en que jugaron partidos cada 3 días, un espíritu inmortal que pudo verse en cada uno de sus jugadores.
Así llegaron a la última fecha del torneo. Al frente estaba Coquimbo, un equipo que no quería estar en la división de plata del fútbol nacional y se armó hasta los dientes para conseguir el ascenso. Sin embargo, el elenco del Almirante no quería entregarle en bandeja de plata la corona.
La última estación del año
Kevin Harbottle abrió el marcador para los locales y así se fueron al descanso. La visita necesitaba al menos un empate para ser campeón así que salió a buscarlo con todo en la segunda mitad. Esteban Paredes, goleador histórico de la primera división, igualó el marcador en el minuto 76 y Leonardo Garate cerró el definitivo 1-2 a los 90’+1.
Fernández Vial no se jugaba nada, pero varios jugadores terminaron emocionados. Dolió una derrota que privó a los aurinegros celebrar junto a los suyos, quienes tampoco flaquearon en la galería y acompañaron a sus jugadores durante todo el torneo, en las derrotas y en las victorias.
Los balances pueden venir después. Este año quedará en la historia de los hinchas puesto que se volvió a la «esencia» del club, con futbol aguerrido y dejando todo en la cancha, «esencia» que lo ha impregnado de identidad y mística.